El editor en un mundo de egos. Hay una visión chocante que compara al editor con un director de orquesta. Hay otra más antipática que lo equipara con el capitán de un barco. Me río de esas interpretaciones. En primer lugar, porque en las procelosas aguas de la edición, abundan los egos. En otras palabras. En ese bote no hay marineros. Todos son, en principio, capitanes. Desde el autor hasta el diseñador. Dos eslabones de una larga cadena que se va modificando gracias a la tecnología.
Yo prefiero la versión del editor como gestor. Porque en realidad es eso. Un gestor que conoce todos los aspectos técnicos involucrados en la reproducción masiva de un impreso (libros, diarios, revistas) o un trabajo digital (libros, diarios, revistas, sitios de internet, proyectos interactivos, más la modalidad que se acumule esta semana). Por último, añadiría que el editor es un gestor de relaciones sociales que propicia y transmite la correcta comunicación entre capitanes autores, capitanes impresores, capitanes distribuidores y el equipo de trabajo que conforma la editorial: capitanes correctores, capitanes diseñadores, capitanes fotógrafos y capitanes burócratas, aquí entre nos, los más temibles. En otras palabras, donde mandan capitanes, gestiona el editor.