La participación de José Castilho por parte de la Asociación Brasileña de Editoriales Universitarias, digamos ABEU por sus siglas en español, me hizo pensar mucho en ese modelo. La idea de confinar la actividad editorial universitaria a una entidad relativamente independiente y de carácter llamémosle autosustentable, me suena a un proyecto utópico en México.
Es admirable que los brasileños, a lo largo de 25 años, hayan forjado acuerdos que les permitan concentrar su actividad editorial, sobre todo la de las universidades públicas, en una asociación relativamente autónoma y sobre todo, autosustentable. Cuando se habla del milagro brasileño, muchos piensan en su industria energética.
Pero en esta entrevista me doy cuenta que en la sociedad brasileña se fueron dando una serie de cambios en la mentalidad que durante el gobierno de Lula rindieron frutos. En México, vamos en contrasentido, todo lo dividimos, lo departamentalizamos, y los resultados son lamentables porque la distribución del libro también se encuentra dividida de muchas maneras.
Si tomamos como ejemplo a nuestra Casa de Estudios, debemos reconocer que en los últimos cuatro años se hizo un esfuerzo, que salió por cierto de parte de la UAM Xochimilco, para que al menos durante la venta de libros en ferias, se presentara una imagen unificada de todas las unidades. No es difícil formular la propuesta hipotética. Pero en la práctica suena todavía a utopía.