Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La economía de la atención

Ya nadie tiene tiempo; exclama desde sus estudios de Marketing Rachel Maund. En efecto la vida intelectual en el siglo XIX tenía que ver con una inmensa, pero reposada actividad epistolar, que suponía una caligrafía diáfana e inequívoca. Las cartas lacradas hasta 1840 y después de aquel año, timbradas, fueron sustituidas durante el siglo XX por medios electrónicos: el teléfono, la radio, la televisión, el video y las computadoras. Clasificamos la comunicación, la educación y la cultura, y actualmente la inmensa mayoría del planeta accede a toda la información que pueda consumir. En 1971, Gerber Simón Alexander nos dijo que el exceso de información convierte a la atención humana en un bien escaso, esa economía de la atención nos lleva a decir que el espacio digital está sobre informado y la competencia no es por el dinero, sino por el tiempo y la atención. En el mundo de los libros impresos sabíamos que una portada necesita siete segundos para atrapar a un lector y que se requieren de 60 segundos para planear sobre los forros y solapas de un título e incluirlo en el sendero una decisión de compra. Esto se rompe en el mundo digital porque la tensión es inasequible y tenemos como reflejo de la vida intelectual: la vida universitaria, que las investigaciones no deben ser de índole teórica, sino práctica y contribuyente. Lo dice bien Maund, las editoriales universitarias necesitan un diferenciador para que el público entienda su oferta como compañía, no basta con un discurso; ese discurso debe servir de algún modo. La industria editorial puede tener un rol en la economía de la atención cuando distintos estudios indican que las generaciones son cada vez más despistadas y que viven inmovilizadas en el móvil, enredadas en la red o internadas en internet. Los antiguos libreros debían curtirse en “escaparatismo”: el arte de los escaparates, y ahora los libreros, editores y promotores de la lectura deben esgrimir una especie de escapismo para evitar toda atadura. Es atraer sin atrapar, cautivar sin hacer cautivos.