Es común que se hable de las editoriales universitarias y la industria editorial como dos sistemas que compiten, dialogan o se complementan. Es una segregación caricaturizada entre los que venden y quienes almacenan libros o entre los que ejercen decisiones editoriales frente a los que dan servicios editoriales. A veces habla por algunos el resentimiento de ser excluidos sin justificación de los canales de distribución o el complejo de no contar con presupuestos garantizados. Son los paradigmas de los editores que saben leer contra los editores que saben contar.

Eso es una falacia. Los universitarios somos gremio, como lo son los texteros, los revisteros, los de libros infantiles o como quieran llamarse los grupos que conforman la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. No es justo reducir una industria al tamaño de nuestros intereses o manías.

Los universitarios somos gremio editorial porque es nuestro oficio transformar en libros nuestras reflexiones, expresiones e investigaciones. Somos gremio porque buscamos que a nuestra comunidad y a nuestras bibliotecas lleguen libros muy cuidados y bien hechos. Somos gremio porque vivimos una constante preocupación por ese nuestro oficio y lo vamos puliendo ejercitando todo lo que hay entre la filología y la tecnología. Somos gremio porque ensayamos nuevas expresiones y narrativas y alentamos el enriquecimiento de las artes gráficas. Somos gremio porque construimos los espacios librescos más importantes del país: FIL Guadalajara y FIL Minería.

No olvidemos que de las universidades medievales salieron las grandes instituciones del libro como la editorial, la biblioteca y la librería. Los universitarios hemos sido, somos y seremos gremio.

Por eso es tan importante la labor del Comité de Libros de Universidades e Instituciones de Educación Superior de Caniem que preside Yolanda Martínez Vallejo. Todos y cada uno somos responsables de todos. ¿Qué otra cosa es la Caniem, a fin de cuentas, sino un ejercicio de solidaridad?