Hipertexto
Camilo Ayala Ochoa
En 1974, se formó en Argentina un comité ejecutivo integrado por varias instituciones afines al libro para organizar la primera feria internacional “el libro desde el autor al lector”, ese comité siguió trabajando anualmente, hasta que en el 1984 se instituyó como Fundación “El libro”, que es la que nos habla Teresita Valdettaro. La fundación no sólo organiza ferias, congresos, encuentros y jornadas profesionales sino certámenes y coordina donaciones, es un organismo funcional. Al contrario del Consejo Nacional para el Fomento del Libro y la Lectura que en México se creó por la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, la razón de ello podemos verlo en la intervención estatal en el órgano mexicano que refleja una organización vertical. En Argentina, son los autores, papeleros, impresores, editores y libreros quienes coordinan esfuerzos para impulsar la industria del libro, son estas sociedades intermedias las que mueven el mercado, esa representatividad posibilita una organización horizontal, una organización por comisiones. No por nada Argentina es el país iberoamericano que más lee, el promedio anual de lectura de libros es de tres al año, pero se leen mucho revistas y periódicos. Buenos Aires, la llamada reina de la plata, fue elegida por la Unesco como capital mundial del libro 2011, el World City Culture Forum había nombrado ya en 2010 a esa ciudad como capital mundial de las librerías porque tiene 734, es decir una por cada cuatro mil habitantes. José Ortega y Gasset escribió varios ensayos en su estancia por Argentina, decía que en todo paisaje, la mirada se fija en lo que está en primer plano y luego se atiende el trasfondo, pero en la Pampa era al revés, la vista va al horizonte a la lejanía a una constante y omnívora promesa y decía “acaso lo esencial de la vida Argentina, sea eso, ser promesa”.
Mucho hace y proyecta la Fundación “El libro”, en esa zona de promesas que se estructuran no hay una política de Estado sino una estrategia gremial.