A mediados de los años ochentas de la pasada centuria, en la Ciudad de México, las publicaciones periódicas de amplia circulación que difundían las artes y la literatura eran primordialmente los suplementos culturales de algunos diarios y unas pocas revistas, como Vuelta, Plural y Nexos. Sin embargo, un sector del ámbito literario y cultural consideraba que todas esas posibilidades de publicación estaban cooptadas por grupos cerrados que imponían impermeablemente su canon literario y su idea de la cultura.
Ante ello, surgieron otras iniciativas alternas, emprendidas por jóvenes que tenían ya un camino andado en el ámbito del periodismo cultural y la edición, y que, en buena medida, eran herederos de la llamada “contracultura” de los años cincuentas y sesentas. Entre otras publicaciones, se encontraba la revista --con formato de periódico-- Las Horas Extras, dirigida por Víctor Roura, así como La Regla Rota, encabezada por Rogelio Villarreal. Poco después, apareció la revista Generación, fundada y dirigida por Carlos Martínez Rentería. En estas publicaciones encontraron espacio los creadores jóvenes y/o disidentes de los suplementos culturales y las revistas entronizadas como único referente cultural.
En ese panorama polarizado, apareció la revista Blanco Móvil, creada y dirigida por el escritor y editor Eduardo Mosches. Desde su inicio, tal revista se abocó a la literatura, y dio cabida a los muy diversos autores en lengua española, tanto jóvenes como ya consagrados, sin mayor distingo o filtro que la calidad y oficio literario indubitables. Tal perspectiva y visión editorial y literaria ha hecho posible que la revista Blanco Móvil cumpla tres décadas de ser un centro, un punto fijo que deambula, un literario y genuino ‘blanco móvil’.