Hipertexto
Camilo Ayala Ochoa
Lo que alberga la plática de Daniel Mir es la consideración del tiempo, como coeficiente de realización, en las revistas de cualquier clase: culturales, científicas, informativas, especializadas o de ocio. Tenemos todo el tiempo del mundo para diseñar y desarrollar el primer fascículo de una publicación periódica, ya sea que numeremos su salida como cero o uno; pero la entrega dos debe observar la periodicidad que se ha anunciado a los lectores. Y cuando con brío y aflicción se resuelve el cierre de producción de un segundo número, están corriendo ya los tiempos para el tercero. Ese es el verdadero escollo en el que la inmensa mayoría de revistas encalla.
Alguna vez Carlos Castillo Peraza criticaba la falta de planeación de las revistas que llegan al primer o segundo número, y decía: “¡he visto tantas en este país de santísimas primeras piedras y tan pocas inauguraciones!”
También recuerdo el inmenso entusiasmo vuelto total desaliento de grupos que buscaron una revista sin contar con un verdadero equipo. He visto comités o consejos editoriales que sólo aportan su nombre, personas que son vencidas por los trámites administrativos, colaboradores que prometen textos que no llegan, promesas incumplidas de patrocinios, compra de publicidad o suscripciones.
Una revista es un proyecto de atención permanente, incluso lo es la revista electrónica que no puede dejar caer la renovación. De hecho, existe una tendencia en revistas académicas digitales de perder periodicidad y publicar de manera continua dada la demanda de certificados de publicación, lo que evidencia que el interés de los lectores es lo de menos. Esas revistas dejan de ser revistas para ponerse el traje de blog, blog editado y con dictaminación, pero blog al fin; pero las revistas no son cestos de artículos, cada uno de sus números tiene una lógica editorial construida con el tributario y caro tiempo.