Esta larga conversación con Gerardo Jaramillo me deja una sensación de extrañeza, voy a explicarme por qué. En México hay muchos libreros, distribuidores y representantes de redes institucionales que se han manejado desde el ámbito universitario o desde la microempresa y conocen muy bien cómo opera ese circuito que se alimenta básicamente de libros de corto tiraje y sellos editoriales académicos o independientes. Casi todos ellos coinciden en señalar que la de por sí problemática triada, librerías/redes/distribución, lidiará en largo plazo ante fenómenos como el de “Amazon”.
Todos han probado éxito en alguna etapa de su carrera en la especialidad de su competencia, se conocen bien tanto en el ámbito nacional como en el global sin embargo, hay algo que impide la cohesión; en este punto pienso que solo hay dos posibles respuestas: o le tomamos la palabra a muchos críticos, entre ellos algunos destacados editores como Jesús Anaya Rosique, quien con sutileza nos advierte que al sistema le conviene más un libro en bodegas y por lo tanto siempre habrá trampas y candados que evitarán la articulación efectiva de las redes de distribución no comercial. O bien generamos una política de estado efectiva para que a partir de los recursos con los que se cuentan esta situación cambien sobre un plan articulado por los propios agentes del proceso que como vimos hoy son altamente competentes para formularlo con conocimiento de causas, y aquí el plural es muy importante porque son múltiples las causas que tienen que considerarse para que la planificación no se convierta en un asunto de coyuntura y de intereses creados cuando distribuir libros universitarios o de pequeños editores se trata. Es un problema complejo ciertamente, pero experiencia hay y prueba de ello fue esta charla con Gerardo Jaramillo.