Desde su inicio, hace tres años, Interlínea: cultura editorial ha sido un espacio muy valioso para la historia y panorama de la edición, así como para los muy diversos ámbitos en que el quehacer editorial incide en la conformación de la cultura. Ha sido y es un proyecto atinado, no sólo porque responde a una de las misiones esenciales de la labor universitaria, esto es, retribuir a la sociedad preservando y generando la cultura, entendida ésta en términos de la antropología social; también ha sido y es un proyecto atinado porque ha logrado reunir, en torno al eje temático de la edición, a muy diversos expertos y estudiosos de los múltiples temas y disciplinas que confluyen en el quehacer editorial.
Ello se enriquece con las reflexiones y comentarios que aportan los colaboradores que tienen a cargo alguna sección, entre los cuales me cuento. Mi participación, denominada “A pie de página”, se enfoca a manifestar, brevemente, el resultado de mis indagaciones y reflexiones sobre alguno de los temas abordados por algún colega en una entrevista para el programa, colega que puede ser profesional de la edición, y/o académico y/o autor e investigador. Y a ello se debe el nombre de mi participación en este programa radiofónico universitario, pues son acotaciones críticas que buscan, por un lado, complementar un tema planteado por el entrevistado y, por otro lado, provocar en la audiencia el interés por indagar más y reflexionar sobre dicho tema.
En alguna ocasión, la conductora de este programa, la maestra Sofía de la Mora Campos, ha manifestado una de las metas primordiales de esta serie radiofónica: el ir brindando todas las piezas que nos permitan armar ese gran rompecabezas cultural que es la edición. Para conseguirlo, el equipo de Interlínea: cultura editorial ha logrado alcanzar una estupenda capacidad de convocatoria internacional, lo que ha hecho posible tener mayores y mejores referentes del quehacer editorial en los ámbitos nacional, regional y mundial. Es gracias a ello que este programa se ha ubicado ya como una fuente de información, de conocimiento y reflexión en los diversos ámbitos del quehacer editorial, y lo seguirá haciendo como hasta ahora: transformándose atendiendo a los contextos, y sin desentenderse de las bases del pasado, de los orígenes, pues sólo así es posible comprender el presente y enfrentar, mejor preparados, el futuro.