Hipertexto
Camilo Ayala Ochoa
Decía Fernando del Paso que uno escribe novelas cuando camina, cuando lee, cuando sueña. De la misma manera, la industria editorial enfrenta innovaciones en el ámbito legal, que crea nuevos alegatos y opiniones, los editores van ejerciendo y reformulando los derechos de autor cuando planean la edición, cuando editan y cuando proyectan ediciones. Hace unos años, hablar de ciberderechos y ciberdelitos era un ejercicio imaginativo, pero el mundo está codificando hasta dónde llega el procomún digital, y cómo pueden dos titulares de derechos patrimoniales autorales seguir ejerciendolos en una sociedad hiper tecnologizada y defenderse del hackeo, la piratería informática, el robo de identidad y otras conductas lesivas.
Jorge Corrales de CEDRO bien comenta que son tiempos en los que la implementación de la tecnología se hace sin un análisis profundo de sus alcances y consecuencias, sin embargo, los agentes del libro no están solos, tienen a las sociedades de gestión colectiva que proporcionan estudios y guías como parte de un ecosistema. El derecho de autor puede ser visto como una herramienta, algo que debemos observar, algo con lo que debemos contar o como un instrumento. Instrumentar es poner todos los recursos para lograr un fin, a la manera de los instrumentos musicales, el derecho de autor busca la armonía entre los intereses de los creadores y los empresarios de la cultura, y es que la cultura del libro, la cultura editorial, ha buscado la armonía de los contrarios, es el equilibrio entre contenido y continente; texto y materialidad; espíritu de la letra y letra; oscura tipografía y claridad del papel; ánimo de lucro y ánimo de saber. Ahora busquemos equilibrios entre los usos digitales y la seguridad jurídica, esto tiene que ver con el papel de las plataformas en línea que permiten el intercambio de contenidos y la lingüística computacional. Permitámonos entonces parafrasear a Fernando del Paso: Uno construye el derecho de autor cuando edita, cuando lee, cuando sueña.