Cuando Gutenberg le dio la vuelta a su prensa de uva para aprisionar los tipos móviles contra el papel, las bases económicas y socioculturales [tenían un ambiente propicio desde una visión eurocéntrica] para que ese ejército de plomo que en realidad era una aleación metálica de 26 soldados, comenzara la conquista [multicultural] del mundo. La imprenta es el lugar donde se materializa la creatividad de los autores y el sitio en el que se visibiliza lo acertado de un proceso que tuvo su inicio en una idea germinal que se convirtió en un libro y que posteriormente pasó por un proceso de corrección, formación y diseño, un proceso editorial.
También es el espacio donde aparece con mayor nitidez el error o los errores del proceso cuando éstos se cometen. La imprenta es un sitio maravilloso donde converge el saber técnico y humanista que posibilita que un libro vea la luz.
[Ahora] se habla mucho de la crisis de la imprenta. A mí me parece que el libro impreso sigue siendo el mejor vehículo para adquirir el conocimiento pausadamente, porque la lectura de un libro impreso impone un ritmo que en ninguna circunstancia nos lo puede proporcionar la pantalla; un ritmo peculiar que crea además un vínculo muy estrecho con el lector, casi siempre íntimo y muy satisfactorio.
Es también un error tratar de comparar la maquetación fija [impresa] con los flujos de trabajo y de lectura, variables, dinámicos, que nos ofrece la pantalla. Son medios diferentes, aunque estén imbricados por una historia común, como lo estuvo en su momento la imprenta con el arte de la copia y el códex manuscrito.
Da gusto saber que hay personas entregadas a esta noble profesión, que conocen su trabajo, que se emocionan al describirlo y además lo hacen con una sencillez y claridad admirables.