La evaluación entre pares es necesaria para garantizar la calidad de las publicaciones universitarias. La entrevista que tuvimos el día de hoy pone el acento sobre varios aspectos del arbitraje universitario, del que podrían derivarse otras conclusiones en otras áreas de dictamen, no forzosamente vinculadas al mundo académico. Aunque el panorama ya empieza a cambiar, es notable la cantidad de revistas académicas mexicanas que no cubren los requisitos para ser indexadas, sencillamente porque la calidad de lo que publican es pésima y, a ese factor, debemos agregar una muy poca seria periodicidad de las revistas. Un buen dictamen debe garantizar ante todo imparcialidad, pero también claridad en la exposición, porque por muy especializado que sea el tema, los científicos especializados en líneas concretas de investigación deben contar con materiales claros a lo que se agrega otro aspecto, veracidad de los resultados y de los métodos de comprobación. La dictaminación entre pares también debe ser expedita, porque ¿para qué le sirve a un autor un estudio que hizo sobre las elecciones del Congreso Constituyente en la Ciudad de México, con una dictaminación positiva dos años más tarde de haber entregado el trabajo?
Todo lo anterior, nos pone en un panorama poco halagüeño en el campo editorial, es decir, no son sólo los editores, diseñadores y correctores, quienes merecen un mayor reconocimiento a su trabajo, también debemos agregar a nuestra lista al fiel de la balanza que ayuda a decidir si un trabajo universitario debe o no salir a la luz: el dictaminador.1
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1 Sobre todo aquel que no está enojado con el mundo, ni con sí mismo; aquel que no forma parte de capillas; aquel que más que disfrutar con condenar un texto (siempre y cuando tenga remedio) a los laberintos de una fila, goza aportando recursos intelectuales para que el texto científico vea la luz. ¿Existe esta figura? Sí. No en abundancia, pero sí.