Es importante que en México se premie a quien trabaja para que las bibliotecas y el sistema que las hace funcionales, marche con orden y se encuentre actualizado. Muy correctas las palabras de Diana González cuando define la eficiencia de una biblioteca pública integrada a planes y programas de estudio.
Aunque son importantes los ejemplares con los que cuenta y la variedad de los mismos, la biblioteca pública se mide, por el número de servicios que presta, qué bueno que ya se reconoce que el servicio, ya no se constriñe solamente al préstamo del libro físico, el libro de papel, es significativo también ofrecer la posibilidad de las lecturas en línea y en este contexto los artículos que escribe el cuerpo académico forman parte de un proceso que transita ya de manera imparable hacia el entorno digital.
Pero la biblioteca pública también es, o debería ser, porque algunas van a la saga, un lugar de intercambio y préstamo de otros objetos en los que transitan el conocimiento y la cultura: discos compactos, DVDs y archivos digitales para dispositivos de lectura. La biblioteca pública también puede ser un ámbito equipado para que los usuarios dialoguen a distancia con científicos y creadores mediante conferencias virtuales. Que el libro lentamente vaya cambiando de piel, no significa que uno de los lugares en los que habita por excelencia se quede en el pasado, por esta razón la bibliotecología es una carrera que demanda una creciente actualización y profesionalización de sus actores y lo menos que podemos hacer es reconocerlos por su trabajo y aportaciones en este importante campo.