Lo intuía, pero no tenía la certeza de que hubiera todo un trabajo de conceptualización del espacio del juego, de las relaciones sociales y de la sicología, atrás de esos lugares conocidos como ludotecas, que se popularizaron en los noventa y tuvieron un crecimiento exponencial en el presente siglo y que, de alguna manera, son objeto de estudio en la maestría en diseño y producción editorial, aunque no propiamente con el nombre de ludotecas. En efecto, éstas son el medio idóneo para acercar a los niños a la lectura o al libro, aunque los niños a penas estén paladeando las vocales. De manera paralela diría que, al crecimiento de estos espacios en México, la industria editorial, especializada en literatura infantil, fue experimentando en formas más novedosas de producción de libros para despertar el interés de los niños. Aumentaron los estudios cuantitativos, pero sobre todo cualitativos que buscaban responder a la gran pregunta editorial: ¿qué hacer para que los niños se interesen en la lectura? Resultado de estos trabajos, así como de la profesionalización vinculante entre editores, diseñadores y autores, tuvimos un boom de libros muy interesantes, producidos aquí o importados de España; ésta preocupación por el aspecto del libro con relación al público al que se dirige (niños no padres) es, paradójicamente, resultado de una cultura cada vez más extendida entre padres de clase media por procurar para sus hijos las mejores herramientas para su crecimiento intelectual, para su formación integral. Padres preocupados por la educación de sus hijos, por su salud física y emocional, fueron también, y de eso no me cabe la menor duda, aspectos determinantes en la proliferación de las ludotecas y de los ludotecarios como nuestra entrevistada de hoy: Mónica Juárez Soria.
Ludotecas otra forma de acercar al niño a la lectura