El derecho de autor y los derechos patrimoniales son dos grandes áreas de legislaciones locales y tratados internacionales, que están en crisis desde que Internet, considerado como un meta medio, entró en escena como herramienta indiscutible de la sociedad del conocimiento. Por ejemplo, en el caso de libros, cuando el sustrato es el papel, es más fácil ubicar quienes están implicados, por ejemplo, en una red pirata de libros protegidos. Ahora veamos otro lado de la moneda. Imaginemos que Ricardo, chileno, captura El Llano en llamas de Rulfo para su tarea de mecanografía, imaginemos que su maestra reenvía ese material a un colega en España, imaginemos que, previa corrección, éste transforma el Word a PDF para leerlo en su iPad, imaginemos, además, que manda el PDF de Rulfo a su hermana que reside en Londres, imaginemos que ella lo sube a su blog que cuenta con 500 seguidores y lo hace por un día, imaginemos que sólo un 10 por ciento de los mismos, es decir, 50, lo bajan a diversos dispositivos y algunos de ellos, de distintas nacionalidades y mediante modalidades accesorias como formatos flash en línea, o archivos epub, replican El llano en llamas. ¿Qué difícil, no?
Para complicar más el panorama, entra el aspecto ideológico. Imaginemos, porque hay quienes piensan así, que si la literatura de Rulfo llega sin costo a más personas se está cumpliendo con un objetivo básico de la Sociedad del Conocimiento. Menudo problema que le trajo Internet al sector editorial. Parafraseando a nuestro invitado, estamos frente a un asunto de “cachuchas” que entra en el terreno de lo complejo.