Empiezo por una divergencia, digamos, de orden idiomático, es muy común llamarle “libros electrónicos” a los que no son resultado de un proceso que cuyo sustrato final es el papel. A mí me parece que el nombre más correcto es: libros digitales. ¿Por qué? Porque los términos están más ligados a un proceso binario y finalmente eso es la digitalidad: el conjunto de operaciones entre unos y ceros que arrojan múltiples resultados en muchísimas actividades humanas. De hecho, los libros digitales tienen antecedentes en los libros impresos, porque para llegar a un libro impreso, en los últimos veinte, treinta y hasta cuarenta años, hubo procesos digitales, que aunque desembocaban en un sustrato de papel, ya estaban ligados a esa parte binaria, en la que tarde o temprano el sustrato final sería lo que conocemos como pantallas, desde pantallitas de celulares, hasta “pantallotas” de autocinemas.
Hecha la acotación, quiero decir que Alejandro Zenker, ha sido en México, uno de los introductores o pioneros de todo lo que está ligado a la digitalidad en el mundo editorial, desde la introducción de los programas de software, de formación como Ventura, PageMaker, etcétera, hasta los más refinados métodos en los que ahora experimentan él con su equipo, como la posibilidad de generar libros interactivos en tabletas, en dispositivos para celulares, o bajo demanda por medio de procesos binarios y enlazados en red. Puede gustarnos, puede no gustarnos, pero será algo diferente a lo que estamos acostumbrados y eso es un reto que tenemos que asumir en esta nueva sociedad del conocimiento.