Grafema
Aline de la Macorra
¿Se han puesto a pensar en la infinidad de formatos que tenemos hoy en día? Hace más de 500 años, la imprenta de Gutenberg revolucionó la edición de libros, se volvieron más accesibles y más personas los podía leer. En ese momento sociocultural, esta tecnología representó todo un shock. La élite se indignó ante la masificación y el acceso que ahora se tendría a los libros. Otros estaban seguros de que el poder de la lectura abriría caminos de crecimiento.
¿Se imaginan lo que Gutenberg pensaría ante las innovaciones tecnológicas del siglo XX y XXI?, ¿le gustaría o se escandalizaría como en su momento él escandalizó?
Ya no hay barreras en la comunicación. Pienso algo, lo público e inmediatamente lo pueden ver, leer y oír en todo el mundo. Plantear proyectos incluyentes es un aspecto de mucha relevancia. Los libros pueden estar impresos en papel, pero también en materiales diferentes. Internet ha abierto, además, una infinidad de posibilidades y formas de lectura.
Hablemos de los audiolibros. En enero de 1952, Bárbara Cohen y Marian Rodney, recién graduadas de la universidad, se sentaron con Dylan Thomas en el bar del hotel Chelsea y lo convencieron para que grabara algo de su poesía. Así surgió el primer audiolibro.
Hoye en día grabamos inclusive desde nuestros teléfonos. La red nos permite comunicarnos con personas que están cerca, pero también con quien no.
La productora Pedro y el lobo graba audiolibros de mucha calidad, entremezclan texto, voces, música, efectos y crean producciones gourmet. Sus audiolibros les hacen guiños a muchos lectores y, como Estefanía nos cuenta, sus proyectos se caracterizan por ser incluyentes a diversos lectores.