Poco común la trayectoria de Juan José Romero y Gabriela Flores, porque no separa la formación académica de la experiencia empírica que hace un editor. Interesante porque después de varios años de editar libros, toman la decisión de hacer una pausa en su crecimiento laboral para irse a España y especializarse en varias facetas de lo que conocemos como gestión cultural, actividad que en el caso de su empresa va más allá y les abre nuevos horizontes. Interesante también que encuentren cabida libros que sellos editoriales, llamémosle tradicionales, no publican por no considerarlos comercializables, aunque se trate de obras premiadas mediante convocatorias nacionales. Ahora bien el modelo de negocio que se basa en una línea de producción de libros financiados por otras instancias que delegan en terceros la actividad editorial no es nada nuevo.
¿Qué hace diferentes a Juan José y a Gabriela de otros actores que se conciben como editores independientes? Yo diría que dos aspectos básicos, el primero de ellos es la multiplicación de su oferta, es decir, como ya comenté y no hago más que citarlos, el reconocimiento de la edición aunque les dio herramientas empíricas para emprender otros proyectos culturales y por supuesto académicos, ya no es su núcleo básico, de tal suerte que probar el apoyo hacia otros actores de la creación, en un sentido más amplio, nos habla de un organismo de gestión cultural con posibilidades de crecer, más si apoyan la economía de su estado, Zacatecas. El segundo aspecto, quizá por esto estos jóvenes merecen todo nuestro apoyo, es el trabajo o la formación de nuevos públicos, área importante que las más grandes instituciones del Estado han abandonado paulatinamente por desgracia.