Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Hacia una antropología editorial

Después de un ciclo de tormentas que esperamos en suerte haya terminado, la sociedad pospandémica que va apreciándose en el horizonte viene con un denodado esfuerzo por dinamizar algunos mercados, como bien apunta Silvano Gozzer, para el caso del sector editorial peruano. Dentro de esa dinámica, además de la inserción de nuevos tipos de librerías, la pantallización y el mercado de audiolibros, tenemos la expansión de la impresión bajo demanda. 

Hemos visto en las últimas décadas las virtudes de la edición bajo demanda que, a fin de cuentas, es una forma de producción sin desperdicios o manufactura esbelta. Hay ventajas comerciales, organizativas, informáticas y hasta ecológicas. Sería natural, por ejemplo, que las monografías académicas estuvieran, bajo este esquema que combina globalidad con ubicuidad.

En Los fundamentos del libro y la edición. Manual para este siglo XXI, editado por Michael Blaskar y Angus Phillips, y publicado por Trama Editorial, John W. Maxwell dice que “la edición es fundamental para nuestra comprensión moderna de la tecnología”. Vayamos más allá para decir que el estilo de editar de una época, y sus productos editoriales, no sólo son consecuencia de la innovación tecnológica, sino son un reflejo de la sociedad que los usa.

Podemos ver una especie de antropología editorial, un estudio del hombre desde el punto de vista de la edición, de la huella editorial de las épocas. En ese tenor, la impresión bajo demanda es propia de la sociedad actual que evita la acumulación y es tornadiza y esquiva.

Esperemos en esta tecnosociedad, en la que hay una mayor lectura en pantalla, que las editoriales, las librerías y los generadores de contenidos, ajusten sus catálogos para permitir que los lectores materialicen sólo los libros necesarios. Es complicado, muy enrevesado, pero la edición no es para los débiles.

 

Esta columna apareció en