Me gustó el tono de esta entrevista y me parece que a Fernando Macotela también. Confieso que alguna vez, ya no me acuerdo cuándo, ni dónde, ni por qué, comparé a la FIL de Minería con la FIL de Guadalajara, fue un comentario somero, si acaso un párrafo o dos. En mi comparación de antaño, no reflexioné en un aspecto muy elemental que servirá para matizar mi juicio: se trata de ferias incomparables. O, si se prefiere, podríamos establecer otro matiz, políticamente correcto: se trata de ferias enriquecidas por sus diferencias. ¿Qué enriquece a la FIL de Minería? Me parece que si bien es una feria derivada del mercado editorial, su foco de atención está concentrado en los productores y consumidores primarios de libro, es decir, ahí el autor y el lector tienen la palabra, encuentran la letra, tampoco se trata de una feria exclusiva de la narrativa, sino del libro científico, técnico, gráfico, de texto, además claro del narrativo y el poético, pero por sus dimensiones, resulta muy cómoda para conseguir una serie de títulos que difícilmente podríamos encontrar reunidos en una sola librería, bajo un mismo techo. Ahora bien si tuviera que resumir las diferencias entre la FIL de Guadalajara y la de Minería en el presente, lo haría en pocas palabras, anotaría: mientras la primera es una feria de características globales, la segunda es otra de naturaleza universal, en el sentido humanístico del término, por ello la concibió Vasconcelos y personajes ilustres como Jaime Torres Bodet se encargaron de robustecerla.
Por ello es una feria con una gran tradición que Fernando Macotela año con año renueva con un equipo pequeño, trabajador y muy cohesionado.