El bagaje periodístico de Miguel de la Cruz por el mundo cultural, particularmente por los medios electrónicos es de sobra conocido porque nos hemos acercado a una exposición, una obra de teatro o a la lectura de un libro gracias a su recomendación.
El tenerlo como invitado en Interlínea refrenda la experiencia que tiene la UAM formando cuadros experimentados para los medios de comunicación, pues Miguel es egresado de esta institución. Miguel es un colega que ha sabido transitar por el mundo de la difusión cultural con inteligencia y acierto, su trabajo como conductor y reportero me agrada porque es “casi” sobrio, es decir, no es estridente ni zalamero, aunque sí preciso como tiene que ser el periodismo informativo. Es “casi” sobrio porque no requiere engolar la voz ni realizar gestos histriónicos cuando mira a una cámara, sin embargo, sus comentarios y pequeños reportajes porque eso son y no notas, siempre tienen un poco de humor o una chispa que prende en la curiosidad del público, en su inteligencia.
Estos trabajos, además, están construidos mediante un juego narrativo que mantiene la atención sin importar cuánto dure el episodio periodístico y para lograr esto la escuela desde luego importa, pero también es necesario el oficio desarrollado en el trabajo mediante varias horas de vuelo.
La amplia experiencia de Miguel y su modestia que no es timidez le han permitido sortear con éxito el mundo cultural, la entrevista en la que hoy le tocó estar del otro lado de la mesa, divertida, aguda, con buenas anécdotas, es la mejor prueba de que mis palabras al menos por hoy, mañana uno nunca sabe, están asistidas por la razón.