Daniel Benchimol nos dice que, con referencia en la edición electrónica, estamos en la era de Gutenberg, reconfigurando las actividades de la industria editorial, así como los modelos de negocio, también se trata de revisar conceptos, ya que, lo expresa Benchimol, tenemos otro tipo de autores, otro tipo de lectores y no hay algo que podamos llamar libro digital.

En efecto, mucho se habla de un cambio de paradigma, pero apenas estamos en la prehistoria de ese cambio, el texto deja de tener una jerarquía central por la vigencia de procesos de transmediación en el aprendizaje y en la comunicación, hay ejemplos muy curiosos como las novelas cuya narrativa es un encadenamiento de gifs. 

Sin embargo, no sólo hay imágenes y sonidos incorporados a los nuevos discursos, el texto se vuelve líquido y fluye por derroteros personales, no hay obras definitivas sino maleables, característica que, corresponde por el mundo líquido que habla Zygmunt Bauman, en el que todo es volátil hasta los marcos cognitivos. Precisamente, esa inconsistencia ha transformado el medio editorial, de ser una tecnología dura que ofrece productos tangibles, es decir impresos, a una tecnología blanda que ofrece contenidos. 

Las competencias digitales son necesarias para la creación de contenidos para la intervención o invención de contenidos y para la comunicación o comercialización de esos contenidos. Esas competencias cada vez son más accesibles, pero paradójicamente su proliferación las vuelve más complejas.