“Todos lo sólido se desvanece en el aire”, la cita con la que Marshall Berman relata la experiencia de la modernidad, no sólo resuena dos siglos después, sino que acumula capas de sentido que la dotan de una gran fertilidad para pensar los tiempos líquidos, diría Bauman, incluso gaseosos dirán otros. El espíritu del tiempo, siguiendo a Moran en este tren de citas, reclama para sí la fermentación y los flujos, e impone lo efímero sobre lo duradero. Diez años de Interlínea: cultura editorial ilumina desde su persistencia ese espíritu del tiempo, nadando a contracorriente como el salmón y en esa ruta a contramano con tesón, voluntad y sapiensa. Sofía de la Mora ha logrado construir un equipo de colaboradoras y colaboradores para llevar adelante la articulación en un espacio donde convergen los agentes del mundo editorial mexicano y allende las fronteras. Interlínea constituye un nudo en una basta red de interlocutores asentadas en la experiencia radiofónica, otra tendencia del salmón, pero con múltiples tentáculos en arenas digitales y en espacios online, es ahí donde se inscribe el formato breve de la columna “Al margen”, en la cual me permito escoger alguno de los múltiples hilos que se desprenden de las entrevistas realizadas por Sofía para tejer nuevas tramas en una conversación que, cuando las visito transversalmente, como me lo pedí este ejercicio celebratorio, perfilan una trama en la que el campo editorial es interrogado, concebido y comprendido desde esa dichosa favela de la comunicación, parafraseando a otro salmón, quizá el salmón, Jesús Martín Barbero, desde ahí, desde la comunicación saludo a Interlínea y auguro muchos años más. ¡Salud!