En la columna “Al margen”, comentamos la entrevista que realiza Sofía con Berenice Prieto, y una entrevista que tiene muchas aristas. Es tentador sumarse a la conversación, por ejemplo, sobre el lector-fan, creador de sus propias historias y transformador de las historias de otros.
En otra línea, también sería un tema a profundizar la estrategia de [], su despliegue a nivel mundial y las consecuencias desde diferentes valencias, negativas y positivas, entre las que aquí se reconoce la reaparición del cómic y su creciente mercado. Atravesando ambas tentaciones, se visualiza la potencialidad de la transmedialidad para impulsar con y a través de las pantallas otros lenguajes y productos.
Ahora bien, contrarrestando la lógica cronológica de la entrevista y llamando al escucha para que atienda sus diferentes matices, quisiera señalar que la entrevista tiene dos pasajes casi contrapuestos; si uno se queda con la primera parte, el cómic no pasaría de ser una mercancía y sus lectores no más que mercaderes. Pero como sabemos, los productos culturales se generan desde una lógica industrial, son más que una simple mercancía, ya sabemos que todos los productos son culturales, evidentemente. Es decir, que un cómic y un zapato tienen una dimensión simbólica asociada, pero en el cómic la dimensión simbólica es la prioritaria, mientras que, en el zapato, se anudan otras; como la usabilidad, la comodidad, etc.
Pero entiéndase bien, no se trata de romantizar la artesanía, la precariedad y la existencia efímera de un cómic que puede durar 1, 2 o 3 números, enfocarse en la comercialización, en la búsqueda del público y los caminos para llegar a él es un trabajo necesario que no agota la tarea del editor, esto es de lo que se trata la segunda parte de la entrevista: donde el editor se vuelve la figura que logra conectar las ideas del autor con el público. El editor, entonces, no se ciñe sólo a criterios comerciales, sino que también se inclina por afinidades estéticas, considerando en ellas por supuesto, su dimensión política, el desafío siempre se debe equilibrar a ambas perspectivas.