Aunque lo mencionó de manera fugaz, hubo un aspecto de la plática con Carmen Villardefrancos al que voy a dedicarle unas palabras: El rescate de los murales de Domingo Ravenet. Corrieron con suerte después de haber permanecido ocultos por varios años por un plafón falso que impedía la vista de la obra y del abovedado de la biblioteca universitaria cubana, construida, exprofeso, desde 1937 para cumplir esta función, es decir, se trata de un edificio que desde un inicio fue concebido para albergar libros. En notas de prensa cubanas se detalla cómo, el Prometeo encadenado y el Prometeo raptando el fuego volvieron a ver la luz después de haber permanecido a la sombra. Da gusto constatar, cuando menos a nivel discursivo, que en Cuba hay una vinculación más profesionalizante entre todos los actores de la edición a partir de las necesidades del lector, que por lo regular se detectan en las bibliotecas. El bloqueo que ha sufrido la isla ha desatado también la potencialidad en el desarrollo de software y hardware para interconectar las bases de datos que se requieren ahora para mantener y actualizar los acervos de un sistema nacional de bibliotecas. La apuesta por la edición digital en Cuba, a partir del software libre o de código abierto, debe ser un fenómeno muy interesante; es una apuesta a demás para no encadenar el desarrollo del conocimiento, a las firmas de paquetes de creación o gestión de datos que exigen grandes sumas de dinero por sus servicios. Las universidades tienen potencial intelectual para generar un cambio en el paradigma de trabajo: hacerlo con programas de libre demanda, es una apuesta que nos debería acercar más a la isla y ayudarnos a re-pensar las áreas de investigación que pueden ayudar en esta labor.
Software libre para las universidades