Al margen

Javier Sepúlveda Hales

En una nueva colaboración para Interlínea recupero la entrevista que realiza Sofía de la Mora con Javier Sepúlveda y lo cito:  Sigue siendo todo muy arriesgado y el recorrido que nos ofrece por su experiencia de reconversión profesional y empresarial, de ingeniero, editor de editora, proveedor de servicios editoriales, parece probarlo. La apuesta por el audiolibro, aunado en su momento el soporte es un claro ejemplo de lo efímero que pueden resultar las certezas. Los riesgos de las apuestas. Pero también cómo estos episodios de la transformación del ecosistema comunicacional y en particular de la editorial, señalan un itinerario donde no hay recetas sino experiencias y con ellas una apertura al cambio, a reconocer las condiciones de un campo profesional y empresarial que exige menos apego a lo que siempre hemos hecho por conocido y más diagnosis sobre las que reinventarse. La conversación abre otras dos aristas que quisiera considerar. Por un lado, las posibilidades que se abren no sólo en términos de mercado, sino también al abatir costos en la cadena del libro y ganar diversidad y presencia a nivel mundial. Es decir, los servicios digitales rompen los límites espacio temporales que regían el mundo editorial. Esto supone ganadores y perdedores en la cadena tradicional del libro y los intermediarios comienzan a ser desplazados por los algoritmos, los nuevos intermediarios. Esto nos lleva a una discusión que hemos venido abriendo en esta columna y que seguramente seguiremos construyendo. Pero lo dejo enunciado para remitirme a otra arista que emerge en la conversación con Javier Sepúlveda. Aquí hemos reconocido la consolidación de las narrativas multi y trans-mediales. Sin embargo, quiero poner sobre la mesa la pregunta sobre el lugar del libro en estas estrategias, especialmente en un momento donde el relato audiovisual y las pantallas se han vuelto tan hegemónicos que comenzamos a perderlo de vista, no se trata de nostalgia, sino de preguntarnos ¿Qué significa el libro en este ecosistema? ¿Cuál es su papel? ¿Por qué es alternativa o prioridad? O si sólo termina siendo un producto más entre los muchos que permiten explotar un universo narrativo. Las respuestas no serán definitivas o suficientes, pero debemos comenzar a interrogar las prácticas culturales que estaban asociadas al libro y cómo se juegan en la sociedad contemporánea. 

El tiempo hizo que me concentrara en la primera parte de la entrevista, pero queda pendiente por recuperar la importancia de la asociación, la descentralización, el aprendizaje colectivo y, por supuesto, la dimensión política que entraña el mundo editorial. Y especialmente, cómo la política es atendida desde aquí.

 

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