Escuchar y leer a Roberto Igarza es siempre esclarecedor, desafiante, fértil. De entrada, resulta pedagógico al elegir un tema que articula, como lo es la lectura, en lugar de centrarse en medios, formatos y soportes. No es que le resulten indiferentes los medios, los soportes y los lenguajes, como lo demuestra su papel como editor de la colección Futuribles, de La Crujía. Pedagógico, decía, al mostrar un camino, una estrategia metodológica. Y, por este camino, despliega una estrategia desde donde pensar la lectura en el contexto contemporáneo, porque si bien subraya que piensa la lectura desde la intersección tecnología, educación y comunicación, podríamos arriesgar después de escucharlo y conociendo su obra, que piensa la tecnología, la educación y la comunicación desde la lectura. En definitiva, es una apuesta que rompe con lógicas binarias y le permite enfrentar los desafíos de la digitalización, que lo que Martín Barbero (2010) caracterizaría como mutación cultural, sin miedos ni desconfianza. Al contrario, explorando las transformaciones sin romanticismo ni nostalgia. 

Con esta estrategia, por otro lado, naturalmente llega a uno de los factores centrales de la conversación con Sofía, el desplazamiento de la autoridad en el campo de la formación, de la educación en todos los niveles, donde quienes tienen el mayor desafió, tanto de su autoridad como de reinventarse, de aprender a jugar un rol distinto, son los docentes, quienes ya no son los depositarios del saber. Es por ello que resulta contundente la apuesta por convertir las afirmaciones en preguntas. Apostar por la duda, interrogar, articular el proceso de aprender a aprender, pero hacerlo en el contexto de los fans, makers, hackers, donde la producción, circulación y consumo de formas simbólicas son colaborativas, reticulares, subversivas, creativas.

Referencia: 

Martín Barbero, Jesús (2010). “Comunicación y cultura mundo: nuevas dinámicas mundiales de lo cultural”. Signo y Pensamiento, Vol. 29, No. 57, Bogotá: Universidad Javeriana.