Mi acercamiento con la biblioteca ha sido diverso, en secundaria, era prácticamente utilitario y muy poco frecuente, pues el espacio era reducido. En la preparatoria casi nunca puse un pie en ella, en la facultad recuperé su valor utilitario en un espacio más amable que el que tenía cuando iba en secundaria. Lo malo de la biblioteca de mi facultad era el poco orden que había en ella, la pereza o impericia de muchos de sus empleados o regresar a su sitio de clasificación correcta los libros y la cantidad de ejemplares que se sustraían de la misma, algunos en préstamo, otros robados con toda impunidad. Tuve la fortuna, eso sí, que durante los años de licenciatura había en la biblioteca un cancerbero que no permitía el ruido, tengo la impresión que era el único de los empleados que desempeñaban bien su trabajo en ese lugar, gracias a él descubrí que podía llevar mis propios libros y sumirme en la lectura en un ambiente apropiado con una muy buena iluminación y con mesas y sillones confortables en un silencio casi perfecto. A partir de ese momento, me acerqué a diversas bibliotecas a estudiar, leer o escribir, en la Biblioteca central de Ciudad Universitaria, descubrí un mundo de libros que me devoré ahí mismo sin tener que salir de ella y los recuerdos más agradables que tengo son los de mis largas estancias en bibliotecas.
Lo cierto es que la función de la biblioteca ha crecido y se ha diversificado, son espacios no sólo de lectura, sino de planificación, de encuentro, de germinación de proyectos. Las bibliotecas vivas y sus acervos propician un acercamiento con los lectores, mucho más humano del que podemos tener a través de la pantalla y aun así la biblioteca a distancia también es una realidad. El principio ordenador de la información de las bibliotecas está relacionado con los motores de búsqueda en la red.
Un bibliotecólogo tiene mucho en común con la digitalidad, representa la faceta humanista con la que nació la conservación del conocimiento, mucho antes de que Gutenberg inventara la imprenta. Las nuevas tecnologías obligan a las bibliotecas a repensarse y reformarse.