Esta postura de Vicente Luis Mora frente al texto en papel o en pantalla me gustó, porque proviene del autor, no es la postura de los otros agentes del proceso editorial como pueden ser el diseñador, el impresor o el editor mismo, sino es la visión de quien crea el contenido, de quien recrea o interpreta el mundo a través del texto y otros medios como está empezando a suceder. En la creación también hay matices cuando hablamos de soportes, la hoja de papel exige pausas y una relación con el medio diferente a la escritura en red que suele ser distinta y más compleja. Coincido con Vicente Luis Mora cuando señala esa tensión que se da entre papel y pantalla conectada al mundo, entre contemplación y dinamismo, aunque prefiero llamarle vértigo. La escritura en papel se vuelve necesaria porque nos regresa al silencio, pero estamos en una época de transición y tampoco podemos prescindir de las otras posibilidades de creación.
El autor tiene mucho más presencia y relativo margen de autonomía en esta época de reconfiguración de los soportes de escritura y de lectura, que, a su vez, está reconfigurando las prácticas de acceso a la transmisión y difusión del conocimiento. La posibilidad de elección de transitar por los dos mundos o por uno solo, es un ejercicio de libertad que también está en la manera en la que deseamos que nos lean: en pantalla, en papel, de manera gratuita, mediante un pago o de forma combinada. Quizá por eso algunos sectores tradicionales de la “cadena” del libro, pensada en función de la imprenta, ven con cierto recelo esta época de libertad en relación con el proceso editorial de la que gozan los escritores y en la que el autor juega un papel protagónico, pero cuidado, porque la hegemonía también puede reconfigurarse en la digitalidad, de hecho, está haciéndolo ya y de manera mucho más agresiva. ¿Ejemplo? Amazon.