El diseño editorial es uno de los aspectos más importantes de la cadena editorial y cobró especial relevancia cuando se concibió como carrera en varias universidades del país. Pero el diseño, más allá de la presentación y del correcto uso de la tipografía y las imágenes, implica, o más bien, debería implicar, una absoluta conexión con el material escrito. Reparemos en esa conjugación aspiracional del verbo deber: debería. Hay muchas anécdotas en el mundo editorial, que dan cuenta de la relación diseño-edición. De todas las que conozco, la que más se reproduce se deriva de un hecho: pocos diseñadores leen lo que diseñan. Deberían hacerlo, pero no lo hacen. La edición, aunque tiene responsables especializados, suele seccionar las fases de su proceso en compartimentos estancos. Los diseñadores que no leen lo que diseñan, no siempre transmiten bien el contenido. A veces sólo leen indicaciones, pero no se involucran con la totalidad del texto. Leer indicaciones no es lo mismo que leer el texto. Cuando existen las condiciones para hacerlo, esto va ir forjando a un buen diseñador.
La enseñanza del diseño