Para ser sincero, a mí no me convence mucho que a una estrategia muy practicada de marketing haya que ponerle nombres nuevos, sólo porque su mudanza a las nuevas tecnologías así lo demanda.
La edición transmedia podría ser el conjunto de maniobras ligadas a las nuevas tecnologías para acercar al lector con el libro y su autor, esto por supuesto no es desdeñable pero presentarlo como la panacea me parece justamente una estrategia de marketing. Disney lo hacía con sus películas, pensemos en los vasos, las gorras, el juego de naipes, los juegos mecánicos o los libros con motas negras ligados a la película 101 Dálmatas, la autora de Harry Potter hizo lo mismo con sus libros, quizá procediendo a la inversa, el libro a la película en turno con un montón de chucherías de por medio, algunas por cierto ligadas tal vez a dispositivos móviles, pero eso es marketing y en el caso que nos ocupa vinculado a la digitalidad.
Ahora bien, lo anterior no quiere decir que existan diálogos intertextuales o hipertextuales que deban ser analizados desde la semiótica1 para entender cómo se están comunicando ahora, creadores, editores y lectores, eso que antes llamábamos público, ese reto de hecho ya se emprende, ya se discute, ya se analiza en congresos y hay cátedras de edición transmedia y en ese amplio campo, el marketing es una rama que también juega un papel pero precisemos, una rama y hasta ahí.
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1 Son muchos los autores quienes llevan años investigando este fenómeno. En particular recomiendo el trabajo de Carlos Alberto Scolari