Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Entre el comprar y el leer

La entrevista a Roberto Constantino trae a mi memoria uno de los aforismos de Georg Christoph Lichtenberg de 1800, quien decía que “Es difícil que exista en el mundo una mercancía más extraña que los libros. Impresos por gente que no los entiende; vendidos por gente que no los entiende; encuadernados, criticados y leídos por gente que no los entiende; y, lo que es peor, escritos por gente que no los entiende”.

¿Cómo es posible que se hayan escrito tantos libros sobre economía del libro, industria editorial y mercadotecnia, y la circulación de los libros siga siendo un negocio pequeño llevado por el acaso? 

Fue en el siglo XX cuando en la UNAM, al mismo tiempo que la Escuela de Jurisprudencia se elevaba a Facultad, fueron inaugurados los estudios independientes de economía. A partir de esto, Daniel Cosío Villegas fundó al Fondo de Cultura Económica, para traer libros de economía al país. Fue el Fondo donde se editó Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones de Adam Smith, traducido por Gabriel Franco, en 1958. Sin embargo, más de un siglo antes, Lucas Alamán, conoció la obra de Smith.

Es claro que lo que lee un país va más allá de lo que edita. El público que compra libros es sólo un conjunto del universo del público lector. Es decir que van en distinto curso el estudio de las cuestiones económicas y la realidad económica.

Más allá de las ideas de Quesnay, David Ricardo, Marx, Mill, Marshall, Wallras, Pantaleoni, Keynes, Say, Malthus; más allá de la idea medieval de que comprar era comparar y de la bandera del capitalismo de la obsolescencia progresiva; más allá de socialistas y mercantilistas, el negocio del libro ha dependido de pequeños actos como el de aquella paciente maestra alfabetizando a hambrientos niños trabajadores, la cansada madre leyendo a sus hijos, el librero que abre y cierra la cortina a la misma hora aunque falten las ventas o quienes montan a su coste y tiempo una sala de lectura. Extraña mercancía es el libro.