Gabriela Adamo nos habla en distintos momentos del nervio y enojo de los editores y libreros, ante el advenimiento de lo digital, y dice algo muy humano cuando confiesa no ser una nativa digital por lo que escribe con miedo a equivocarse de tecla. A finales de 2014, la empresa juguetera española Imaginarium mandó por error de tecla un correo electrónico masivo en español y catalán, fue acusada de despreciar a los catalanes, ser clasista, ser racista y ofender a la virgen, incluso, de Montserrat, hubo solicitudes de boicot. Los editores temen las erratas y ahora el teclado, quien no ha sobrescrito, borrando un texto famoso o cerrado un archivo sin guardar los cambios; pero más allá de la angustia tomemos esos signos de los tiempos como parte de un cambio cultural, cuyos alcances apenas sospechamos. En el alfabetismo digital, nos dice Paul Blister, va más allá de dominar las teclas, en el Elegía a Gutenberg. El futuro de la lectura en la era electrónica, Sven Birkerts entra en meollo a comentar que cuando el lector está capacitado para colaborar, para participar o intervenir en el texto, las suposiciones fundamentales de la lectura quedan cuestionadas, hay una lectura extensiva, superficial, irreverente, que no es menos seria que la lectura intensiva que la practicamos en el papel. Francisco Albarello en Leer/navegar en internet, que es resultado de ocho años de entrevistas, encuestas, observaciones y análisis de lectores argentinos, concluyó que la lectura en pantalla invita a tender varios medios y diversos textos o fragmentos de textos a la vez, exige un mayor esfuerzo para mantener la coherencia y la comprensión de la lectura.

En la lectura colaborativa, que es la que se practica en los libros electrónicos y en internet, ese “hipertexto global” como lo define Jay David Bolter, no sólo hay un mayor protagonismo del lector en relación al texto sino también una discusión con otros lectores, como quiera lo expresa muy bien Michael Bhaskar, no importa el contenido sino el continente, el futuro es el contenido.