La radio no se detiene, me dice Sofía. La edición tampoco. Pero de otros modos. La digitalización viene alterando el proceso editorial y el mundo del libro desde hace unas décadas.
A lo largo del año hemos reconocido continuidades y rupturas. Reconocimos al campo editorial como un espacio en disputa tanto como espacio de encuentros. Identificamos nuevos actores (o especies) y su correlato: la desestabilización de viejas autoridades. Y, en este deambular por los márgenes de la edición, tendimos puentes hacia otros espacios, medios, industrias y lenguajes. Reubicamos la edición en el campo amplio de la comunicación, entendiendo que no es sólo cuestión de soportes, de tecnologías o dispositivos, sino también de prácticas sociales. Por eso los cambios tecnológicos que nos desafían cotidianamente no necesariamente corresponden con los tiempos del cambio cultural. En esos destiempos estábamos cuando la pandemia nos atropelló. El aislamiento físico nos obligó a acelerar la apropiación tecnológica, experimentar la sociabilidad mediatizada, y también a desplegar estrategias de resistencia. Esas estrategias puede que resulten pasajeras, que sean un mientras tanto superamos la emergencia global, pero puede que también hallan llegado para quedarse. En un entorno que ha cambiado todas las reglas del juego, espacios como Interlínea nos permite pensar en voz alta sobre las formas en que concebimos la edición y, con ella, la sociedad toda. En un nuevo aniversario del programa saludo a Sofía y todo su equipo, por lo construido y lo por venir.