En México existe una amplia tradición de divulgadores de la ciencia. Juan Tonda es un científico, físico para ser exacto, que cuenta con la habilidad de exponer sus propios trabajos de manera clara y accesible, quizá por ello su labor como divulgador científico es ampliamente reconocida. A ello habrá que agregarle una intensa etapa de aprendizaje que se antoja envidiable al lado de Monterroso y Lizalde. El trabajo de divulgación científica es un trabajo intenso que no es posible realizar de manera monodisciplinaria, a menos que uno tenga una vasta cultura como la tenían algunos hombres del Renacimiento y además de un dominio de las técnicas de producción editorial y el hardware asociado a ellas. Aún así, la impresión, la distribución y la comercialización de los productos editoriales de divulgación científica requiere necesariamente de la multidisciplina. Detecto varias categorías que se conectan en este trabajo, que sin duda debe ser lúdico y apasionante. En la primera fase está el autor, que puede ser un divulgador nato. No obstante, si no lo es, necesitará a otro escritor que le ayudará a traducir el conocimiento científico al público al que se quiere enfocar. Aquí se conecta toda la experiencia editorial que además suele ser muy rica porque finalmente se trata de un trabajo de interpretación similar al de una traducción o mejor dicho a una puesta en escena.
Sin embargo, en lugar de coreógrafos, maquillistas, tramoyistas e iluminadores, tendremos dibujantes, ilustradores, diseñadores y el editor observando cómo va cobrando forma el libro de divulgación para que cumpla con sus objetivos de manera satisfactoria. Sólo voy a añadir una observación muy personal: en los libros de esta categoría dirigidos a niños, adolescentes e incluso a jóvenes, los que mayor éxito tienen, o por lo menos los que más me convencen, (y creo que son también los que le han movido resortes a mis hijas,) son en los que de alguna manera se encuentra implícito el humor, divulgar sin humor es tomarse todo con demasiada propiedad. Quien haya leído con sus hijos o visto leer a ellos el libro de las cochinadas escrito por Julieta Fierro y Juan Tonda, sabe a lo que me refiero. De lo contrario se los recomiendo ampliamente.